martes, 16 de diciembre de 2008

Cambios

No hay nada que me venga tan natural como el cambio. Es cosa de diario para mí y aunque a algunas personas les cueste, yo lo enfrento con los brazos abiertos, siempre a la expectativa de las nuevas experiencias que me traerá.

Soñar es mi condición oficial y mi postura no cambia. Sólo me despierta un beso por aquí, otro por allá.

Hoy sueño con una nueva vida, con circunstancias extrañas, en una ciudad tan extraña como conocida.

Buenos Aires es la mezcla perfecta de lo antiguo con lo moderno. Una ciudad hermosa, que aprendí a conocer hace dos años, se convertirá en mi residencia por al menos tres años. La gente es tan variada como los edificios, plazas y estadios.

Es extraño, siento que estoy volviendo a casa. Quiero ver esos ojos que son herencia familiar, quiero ver a ese hombre que compartió con mi madre nueve meses dentro de una mujer de la que todos hablan y yo no conocí, quiero salir a bailar con mis primas, quiero ir a la cancha con Jorge y tomar mate en la remisería, quiero andar en colectivo, empezar la escuela y pasear por Florida, quiero que mi tia Ofelia me cuente de mi abuela y que Gastón me haga reír, quiero ver a mi Tía Fernanda revolucionada, ir a la costa con Nora, quiero andar en remís con el Negri recorriendo la capital, quiero visitar a mis padres en Mendoza y ver la cordillera, quiero fumarme un pucho en la Plaza de Mayo y recorrer San Telmo en domingo, quiero buscar departamento, quiero discutir con Alfredo, quiero reirme con Pablo y tener un gato, quiero charlar con Mónica y que Laura me haga de comer, quiero estar con Mima y viajar con mi hermana, quiero salir con Caro y conocer a Gina y Emilce. En fin, quiero esa vida que me habría tocado vivir si no fuera porque el destino es tan raro.

Hoy escuchando sobre pájaros y caballitos de mar me di cuenta de que intenté burlar al destino una vez más. Ya no lo haré, lo prometo. Mi destino quizás no esté entre cerros y tierra, entre Tigres y Rayados, entre mentiras y esfuerzos no recíprocos. Mi destino, creo yo, tiene que ser pasar una temporada con gente con los ojos como los de mi mamá.

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