jueves, 27 de marzo de 2008

Objetos Inerertes con vida.

Que semanita de miércoles.

Empezó el jueves por la noche me parece. Terminó con una de las peores tragedias que me han sucedido en lo últimos tiempos y que por fortuna tuvo arreglo.

Hagamos un resumen:

En primera, no, no se arregló el tema de mi último posteo. Todo quedó en una llamada telefónica en la que me dijeron, "No puedo hablar de eso ahora. Te dí la oportunidad y decidiste mandarme al diablo. Bla Bla Bla. No, no me estoy vengando, simplemente no puedo hablar de eso ahora. Bla bla bla. Además, prefiero hacerlo en persona, odio hablar a través de un aparato. Cuando volvás hablamos. Bla bla bla. Además, pensalo bien, que no estoy para jueguitos. Aclará tus ideas, porque yo no estoy para hacer el papel de amigo, esa oportunidad también te la dí y para variar me mandaste al diablo." Click. No puedo decir que no me lo tengo bien merecido. Desencuentro. La realidad es que sólo quería hablar, pero él está un paso adelante de mí y si yo no estoy en el mismo meridiano que él, ni para que moverle.

Fin de semana sin alcohol, sin Carlos, sin buen fútbol y con muchas noches de insomnio.

Sí, regresó el insomnio. Regresaron las noches de estar despierta dos horas, dando vueltas en la cama, recordándo cosas que yo juraba jamás sucedieron. Estuve a punto de comprar un boleto de autobus que me llevara a demostrarme a mí misma que me sigue doliendo ver ese rostro.

Eso es lo que no me queda muy claro, si me duele recordarlo, si me duele verlo, ¿es porque me va a doler estar con él? Supongo que sí, no sé. Soy propensa a cometer estupideces cuando no he dormido así que le entregué mi dinero a mi mamá y le dije que por ningún motivo me lo diera a menos que fuera para ir a Monterrey.

Esa playera con el 10, eso es lo que más me duele. Me voy a tatuar una, porque se lo debo a él, a los que ya no están y a mí misma. Quiero que jamás vuelva a olvidarme de esa playera con el 10, porque representa todo lo que pudo ser, y ya no es.

En fin, demasiada divagación. Llegó el Lunes. Alicia había cambiado su oficina (hacía demasiado viento en el patio trasero de mi casa) a la cochera (donde el viento no corre con tanta intensidad, además tenía frío). La única conexión que hay en la cochera está en el techo, donde está la caja que opera la cochera eléctrica. Alicia toma una extensión, se sube en una silla y conecta su computadora, quién se llama Fátima.

Mi madre me dice que va a salir, y en ese instante se me antoja un café. Entro a la cocina para preparar lo que se ha convertido en mi adicción # 34.

Mi madre (a quién odié por un día y medio) no se dió cuenta que el cable de la extensión estaba justo detrás del espejo retrovisor del carro.

Metí la taza con agua al micro (eso de hervir el agua es demasiado tardado), y escucho CRASH. No le dí importancia por medio segundo, hasta que pensé "¡Fátima!".

En efecto, al dar reversa, jaló el cable y por consiguiente mi computadora cayó de una altura de poco más de medio metro, altura necesaria para que se rompiera el monitor.

Tomo a mi bebé en mis brazos, miro a mi madre con odio profundo, y la enciendo de nuevo. Mi mamá, se asoma para preguntarme, "¿Se cayó?". Quise contestarle, "Nó, se teletransportó al suelo." Pero las palabras no salieron al ver el revoltijo de colores en la pantalla de mi querida niña.

No les puedo describir la desesperación y angustia que sentí en ese momento. Me propuse no llorar porque sabía que tenía cosas más importantes que hacer, como llevar a mi niña al doctor. tomé las llaves, a Fátima y subi a la camioneta lanzándome a ver a Jose Luis, quién es el encargado de nuestras compus.

Sabía que éste podía ser el fin ya que, seamos sinceros, soy pobre y si costaba mucho arreglarla no lo podría hacer. Además que no es una lap nueva y en la mayoría de los casos, sale más barato comprar una nueva.

Llego a el cybercafé/hospital de compus que está en la esquina de Presidente Carranza y Fco. I. Madero y me dan la terrible noticia. Sí, se rompió la pantalla. Utilicé todas las fuerzas que tenía para no llorar porque José Luis pensaría que estaba yo loca. Me dijo que al día siguiente averiguaría cuánto saldría la pantalla y me llamaba.

Subí a la camioneta y empecé a llorar desconsoladamente. Como pude llegué a mi casa y me puse a ver la tele, actividad que casi nunca hago por estar pegada con Fátima todo el día. Me sentía sóla, perdida. Le llamé a mi hijo porque necesitaba prepararme para las malas noticias que recibiría en la mañana. Mi mamá, apenada, no hizo más que gritar que no fué su culpa. Mi hermana, con argumentos bastante malos, le gritaba que sí era su culpa. Yo sólo pensaba, "Mi Fátima, mi Fátima está en coma."

Mi papá sólo dijo, "Esa computadora no debería de estar en la cochera". ¬¬ Si el señor no saca su lap a pasear no es mi culpa. La mía ama estar al aire libre, además después me reclaman que paso demasiado tiempo encerrada en mi cuarto. Al menos afuera me da el sol.

El caso es que me desperté a las 9 y media al día siguiente, después de otra noche de insomnio, para dar una clase de inglés a las 10. Poco antes que llegara el niño, muchachito insoportable que no le interesa concentrarse en una clase de una hora, llama Jose Luis y me dice que costaría 6500 arreglarla. Otra vez las lágrimas. Mi lap había muerto. Para la hora de la comida ya hablábamos con mi mamá sobre cuánto costaría comprar una lap usada, pero yo no quería otra, yo quería a mi hija, a mi niña, a mi bebé que había pasado conmigo casi las 24 hrs. del día desde hacía 3 meses. A eso de las 2 y media llama José Luis y me dice que encontró una pantalla usada por 2000 pesos.

Mi papá accede a pagarlos (obviamente después le dijo a mi mamá que me cobraría cada centavo) y me regresa el alma al cuerpo. Tendría a mi Fátima otra vez, podría ir a Monterrey, con ella por supuesto. Mi bebé no había muerto.

Y sonreí, realmente sonreí después de muchos días donde no era más que un fantasma merodeando por mi casa (y por la cochera).

No sabía cuánto amaba a éste objeto electrónico que tiene varias secuelas después de su accidente.

No será perfecta, pero es mía, y la quiero. Es mi compu, es mi compañera, es mi manera de liberar todo lo que se acumula dentro, es mi Fátima.

viernes, 21 de marzo de 2008

¿Porqué contenemos las lágrimas?

Llorar es algo natural.

¿Entonces porqué me genera tanta incomodidad, tanto que me vean llorar, como ver llorar a alguien?

Porque no sé manejar ninguna muestra de sentimientos. Porque no sé qué decir cuando alguien está mal. Porque no sé dejar que me consuelen ni consolar.

Siempre sentí la necesidad de afrontar SOLA mis descalabros, sin que nadie me ayude a levantarme. Supongo que por algún estúpido trauma que me hace pensar que eso me convierte en una persona fuerte e independiente. Y lo único que ha hecho es aislarme de las personas que me quieren y me necesitan.

Es difícil cambiar la manera en la que he sido toda mi vida, pero la realidad es que es necesario hacerlo. No puedo seguir ocultando las lágrimas que me brotan libremente cuando cierro la puerta de mi cuarto, o tarde en la noche cuando todos se han ido a dormir.

Lo triste es darte cuenta que por orgullo y un falso sentimiento de independecia le has hecho daño a otras personas y has cometido más errores de los que te imaginas, y se los has achacado a ellos, que lo único que hicieron es quererte.

Egoismo no es decir, "Ayúdame, te necesito". Egoísmo es fingir una sonrisa y darte la vuelta sólo porque quieres llorar sóla, porque no quieres que te vean en ese estado vegetativo en donde tu mundo se cae a pedazos y no puedes si quiera gritar por el dolor. Y no te das cuenta que quizás la persona que tienes al lado necesita ese abrazo tanto como tú, que quizás perdió más que tú y está dispuesto a abrite sus brazos y su corazón para que lloren juntos.

Egoísmo es no perdonar cuando se te pide perdón y en realidad no hay nada que perdonar, pero que por un estúpido orgullo prefieres callar y aparentar que tú estás bien, mientras la otra persona se desangra a tu lado y tú ni te inmutas. Egoísmo es arrancarte del corazón un amor que fué lo mejor que te pudo haber pasado y que su único error fué no nacer en el momento adecuado. Egoísmo es convertirte en una persona de piedra que no se dá la oportunidad de sentir porque tiene miedo de abrir heridas.

Es hora de decir, NECESITO AYUDA! ESTOY MUY MAL! NO PUEDO SEGUIR CARGANDO CON UN DOLOR QUE NO ES EXCLUSIVAMENTE MIO!

Necesito que me abraces, que me contengas, que evites que siga cayendo porque cada día me hundo más, necesito contarte que sentí esa noche, necesito que me cuentes como te sientes, necesito que me quieras, necesito que me tomes de la mano... En conclusión... necesito que me perdones.

jueves, 20 de marzo de 2008

¿Y tu que cara conoces?

Bueno, como la computadora me está dando una arrastrada en Corazones, y mis dedos parecen tener mente propia ésta noche fría y excesivamente callada (parece mentira, extraño el viento) entonces decidí sucumbir ante mis vanales deseos y escribir...

Al escribir un comentario mientras leía otro que había publicado mi hijo en el mismo post, me di cuenta de una cosa... en cada faceta de mi vida se me conoce por un nombre distinto y soy, hasta cierto punto una persona distinta, porque mi cara tiene varios ángulos y tengo personalidad múltiple, depende del aspecto de mi vida que se conoce.

Les voy a presentar a todas las Alicias que viven en mí.

Licha: La más antigua, hasta cierto punto. Ella nació en la preparatoria. Es irresponsable, valemadrista y se volaba las clases. Tenía pegue, anduvo con un amigo suyo mientras por ésta relación le rompía el corazón al mejor amigo de ambos. Inteligente y futbolera. Puso a Joaquín del Olmo en el mapa para cualquiera que la conociera en Luzac. Usaba falda y era de las que se llevaba bien con todo el salón, nunca perteneciendo a un sólo grupo. Las compañeras de su clase hacían experimentos con ella ya que sabían que si se la llevaban de la cafetería al patio, todos sus compañeros la seguirían. Era raro verla de mal humor, o muy temprano en la mañana ya que para ella la hora de entrada era a las 8 o 9 de la mañana y no a las 7 como todo el resto del cuerpo estudiantil.

Alix: Ella es "hija" de Victor Alvarado. Muchachita tímida y seria que iba a Monterrey a ver a sus Tigres y siempre se quedaba en casa de dicho personaje. Aficionada irracional, con aspiraciones de periodismo, que se quedaba anonadada viendo a alguien hacerle entrevistas a algún futbolista. También recientemente se la ha visto comentando en la página de Solo Tigres.com como la aficionada irracional que no puede salir en su alter-ego Buistrago que es toda ecuánime e imparcial.

Alice: Ella llegó al mundo después de la prepa, en una tarde donde no teníamos nada que hacer y todos nos pusimos nombres fresas como Charly, Alex, Danny, etc. El de "Alice" fué el único que realmente pegó. Pistea los fines de semana con sus amigos doctores, mientras les pregunta todo lo que uno siempre quiso saber acerca de la medicina. No puede hablar de futbol ni de amor con Carlos porque es pelea segura. Dicen que no es mujer, si no una especie de punto intermedio entre los dos géneros, por eso no tienen el "respeto" que tendrían con una fémina, pero le piden consejos sobre como actuan éstos seres extraños que ellos llaman "viejas".

Jaiba/Jaibis/Jaibita: Ella nació en el bajo mundo del fútbol, apodo reafirmado por su generador, el "Jaibo" Joaquin del Olmo. Se la puede ver echando desmadre con los Radicales y gritando por Padre Mier completament alcoholizada y feliz. Se pelea con su hermano Paqui porque no es una niña normal. Sueña con casarse con el Irónico y es de las pocas que aguanta la plática del Urón. Vivió por 5 días en la casona, honor que del que pocos pueden presumir. Se une con Caro para atacar al ya mencionado Paqui y con Sylvia son las "viejas aguantadoras" que pueden estar hasta las 6 de la mañana en una peda radical. Normalmente se la puede ver defendiendo a Gaitán y poniéndo orden cuando voltean su cartel en la esquina radical. No es tímida y lloró a mares en aquella final del 2001 con el pelo pintado de azul y amarillo.

Alisha: Persona divertida y trabajadora, nació en Estados Unidos por aí del 2002. Amante del billar y del ron con coca. Se la podía encontrar en recepción del Holiday Inn o detrás de una computadora en el área de Contabilidad del Hilton. Responsable al máximo, siempre se quedaba horas de más en su chamba para terminar los pendientes. Amada por el departamento de Ventas ya que la veían como su redentora, la respuesta a sus oraciones. Siempre bromeando con su jefa y saliendo a comer con los "hispanos" con quienes compartían historias de su vida en México. Mandona y metiche, tenía competencias con los elementos de seguridad del hotel en las maquinitas del bar, donde tuvo el honor de tener el record de mejor puntaje en el juego de encontrar diferencias.

Y éstas son sólo algunas de las mujeres que viven dentro de éste cuerpo que tiene más facetas que la luna...

Y tú, ¿Qué Alicia conoces?

Culpemos al chocolate...

Sobredosis de chocolate, palabras alterantes, llamadas y mensajitos bipolares, quemaduras, una herida extraña muy cerca de mi estrella y frio tanto externo como interno han sido el saldo de estos últimos días...

Quise volar con el viento, realmente lo deseaba. Miraba la tierra y la basura y me reía de la ironía. Ambas son cosas que desechamos, que no queremos, que nos disgustan. Sin embargo el viento las levanta y las hace volar.

Sigo sin encontrar mi viento, y miren que lo he buscado ¡eh! Y entonces palabras me distraen y me preguntan como quiero morir. ¿Morir? Sí, morir. No, no quiero morir como he vivido, con el viento en mi cara y siempre corriendo... Quiero morir con el viento levantándome. Quiero morir tranquila, de la mano de alguien. Quedarme dormida e internarme por siempre en mi mundo alterno que sólo florece a través de los sueños.

Y después de esa reflexión sale en mi playlist una canción que dice, QUIERO QUEDARME CONTIGO HASTA EL FINAL. No soy emo, pero lloro, porque me recuerda que mi equipo está peleando por quedarse. Y yo no quiero que se vaya. Yo no estoy hecha para ésto. Pero parece que son pocas las cosas que nos salen como queremos. Y veo a cada uno de esos once hombres que cada fin de semana saltan a la cancha, y les juro, los quiero. Si pudiera irlos a abrazar lo haría, y les diría: Ustedes son mis héroes y en sus manos está la sonrisa que quiero tener siempre en mis labios. Ustedes tienen mi tranquilidad y mi fé, tienen mi coraje y mi corazón. Hagan lo mejor que puedan con ellos, que necesito llorar de felicidad.

Y la canción cobra otro sentido, y la verdad, quiero tener a alguien con quien quiera quedarme hasta el final de mis días. Alguien que entienda lo que quiero y lo que soy, que lo comparta y me tome de la mano y me diga: Tu y yo, y los demás no importan. Y tener una foto de nosotros sonriendo, porque nos hemos encontrado, y cuando tenga frío me preste su chamarra y me abrace, porque obviamente la chamarra no es suficiente, y cuando tenga el pelo largo me deje hacerle trencitas, y nos quedemos un viernes en la noche en casa viendo una película y burlándonos de los diálogos, y que me diga, me voy con mis amigos a echarme unas cheves, ¿no vienes?, y entonces yo decirle, no... mejor voy a echarme un café con X amiga y te alcanzo en un rato, y que me escriba cartas y después me las lea él mismo, y que tenga mi mismo sentido del humor seco y sarcástico, y que pueda gritar un gol, de esos que salen del corazón, y si no le gusta el fútbol, que al menos haga un esfuerzo por darme por mi lado.

Y me doy cuenta que todo eso ya lo he tenido. ¿Qué tal que ya pasó mi momento y lo desperdicié? ¿Y si en realidad me dieron no una, si no dos y tres oportunidades pero no las supe aprovechar?

Entonces seguiré buscando hasta el resto de mis días, porque si bien he tenido todo eso, y he amado muchísimo, todavía no digo, HASTA EL FINAL.

martes, 18 de marzo de 2008

Inspiración...

Los escritores pertenecemos a una raza extraña. En un mundo donde la palabra hablada gobierna, nosotros nos expresamos a través de nuestros dedos, dejando la boca cerrada y permitiendo que nuestras manos les digan a los demás lo que vive en nuestros corazones y nuestra mente.

Si, el escribir es una necesidad casi física, donde las teclas de una computadora, el lápiz y el papel se convierten en una extensión de nuestro propio cuerpo que anhela sacar esos pensamientos amontonados en un cerebro que trabaja horas extras.

Muchos de nosotros somos personas tímidas, que nos trabamos al hablar y acumulamos frustración por que la sociedad nos obliga a comunicarnos con la lengua, abriendo la boca y emitiendo sonidos que suenan tan diferentes cuando formamos palabras con nuestros labios a cuando los vemos plasmados en un papel.

Y así como necesitamos subsistir y darle descanso a nuestra mente al volcar todo lo que se acumula en nuestro cerebro sobre en letras sin sonidos, también necesitamos alimento para poder seguir produciendo esos pensamientos y sentimientos que tanto anhelan salir de nosotros.

Leer. Eso es lo que nos alimenta, lo que nos dá ese sustento casi físico para poder seguir teniendo las fuerzas que nos dejen continuar moviendo nuestros dedos para, letra por letra, ver plasmadas nuestras propias quimeras sobre un monitor, o una hoja de papel.

Hay tantas cosas en éste mundo que me inspiran. Una buena película, un comercial con niños discapacitados, una lección de vida por parte de algún buen amigo, una historia romántica, un campeonato de fútbol. En fin, mi corazón va por la vida abierto de par en par, dispuesto a recibir esas descargas eléctricas que te llegan a veces, de las cosas y personas más inesperadas, y que te producen esa sensación de sobrecarga emocional, donde no sabes si vas a llorar, o vas a reir, o simplemente a explotar de tantos sentimientos que estás experimentando en un mismo segundo.

A ésto, yo le llamo inspiración. Porque después de haber experimentado todo ese huracán de emociones, que llega a su fin en algún momento, lejos de dejarte vacío, deja tu corazón y tu mente sensible a cosas que jamás has visto, devorando la belleza y la simplicidad de lo que te rodea, que al mismo tiempo es tan complejo, que de la única manera en la que puedes darle lógica a todo lo que estás sintiendo, es escribiéndolo.

Hoy la inspiración me llegó de donde jamás creí que lo haría: De un comentarista de TV Azteca. Creo que he escrito varias veces (y si no lo han leído, el que me conozca sabe que no tengo reparos en hablar de ellos) lo mucho que me disgustan los periodistas deportivos de ésta televisora. Los evito, porque siempre que, mas a fuerzas que de ganas, tengo que ver un partido narrado por ellos, termino con el estómago en un nudo, sin tener como sacar tanto coraje y con ganas de golpear a alguien.

En lo que va de la temporada, sólo he visto el prograna "Deportv" una sóla vez, justo después del tan mencionado homenaje a Don Chava Reyes. Me causó bastante disgusto oír a André Marín, Luis García, Francisco Gabriel de Anda y otro comentarista del cual no recuerdo el nombre, hablar pestes de éste homenaje. Había una persona sentada en la mesa que era la única que no estaba de acuerdo con ellos, y no tenía empacho en decírselos, llevándose, a mi manera de ver, insultos por parte de los otros panelistas. Su nombre: Antonio Rosique.

Desde ese día me llamó la atención su manera de hablar y las bases con las que sostenía lo que decía, pero, si les he de ser sincera, deseché la afinidad que sentía por sus palabras por el simple hecho de que asumí que debía ser el títere al que todos atacaban ya que David Faitelson ya no estaba en el programa. Supuse que era sólo un papel que estaba desarrollando para seguir una línea que se les marca.

Sí, no suelo ser prejuiciosa, pero admito también que ví que tenía una columna en MedioTiempo.com y también opté por no leerla, por el hecho de pertenecer a TV Azteca.

Hoy no tienen idea como me arrepiento. He pasado las últimas dos horas leyendo su columna, completamente fuera de mi propia realidad e inmersa en la suya, que está tan llena de magia y fantasía como la mía. Su manera de sentir, de vivir el deporte no es sólo digno de mi admiración, si no también de envidia y me ha llenado de una fuerza extraña que me hace prometerme a mi misma que algún día viviré y sentiré algo parecido.

Son pocas las veces que, de únicamente leer lo que escribe una persona, no sólo te inspira si no que te deja deseando más, queriendo poder entender lo que piensa, sentir lo que siente, conocer lo que conoce y después, te transmita por sus propias manos, todo eso una vez más, para que lo puedas LEER y alimentarte de él.

Maldigo una y mil veces mis prejuicios que no me dejaron alimentarme de ésta persona antes, pero bendigo a las personas que, a diferencia de mí, no se dejaron llevar por una imágen errónea y me compartieron ésta columna que, sin duda, me inundó de fuerza y seguridad de que la carrera que escogí, es la mejor para mí.

Buscando Magia- Por Antonio Rosique

miércoles, 12 de marzo de 2008

Y todo por la falta de almendras...

El que me conoce sabe bien que a mi no me gusta el chocolate. Cuando se me antoja el chocolate es porque, o estoy embarazada, o de plano estoy más loca de lo habitual.

Considerando que acabo de parir mi cuarto y más defectuoso hijo (esta bien, lo admito, se parece a mi) entonces definitivamente ayer no aplicaba la excusa del embarazo.

El caso es que se me antojo un chocolate. No cualquier chocolate, si no un Hersheys con almendras. Mi mamá me llevó a Walmart y como pago, exigí un desodorante y dicho chocolate. Gustosa me lo compró mientras hablábamos de cosas triviales, como la cena.

Subo al carro y me dispongo a abrir mi preciado dulce. Le doy una mordida, otra, le ofrezco un poco a mi madre, otra mordida, y nada. EL CHOCOLATE NO TRAÍA NI UNA SOLA ALMENDRA.

Está bien. Andaba de buen humor y los perdoné. Pero hoy, ando de webos y sin alcohol, y me doy cuenta... QUE ME TRAGUE UNA BARRA DE CHOCOLATE QUE A MI NI ME GUSTA Y NO TRAIA ALMENDRAS.

Entonces, a la luz de mi ultimo cigarro (trauma existencial para los fumadores empedernidos como yo) ésto me genera indignación y coraje. No es justo. Yo quiero lo que quiero en el momento en el que lo quiero y como lo quiero. Y ESO INCLUYE ALMENDRAS.

¿Qué no tengo derecho a ser consentida, querida y respetada? ¿Porqué el mundo se pone en mi contra? ¿Qué he hecho para merecer un hijo chiva? Y lo que és peor, ¡dos!

Preguntas sin respuesta que iré a meditar con la única cosa que me puede dar el alivio necesario...: Mi cama.

domingo, 9 de marzo de 2008

Sueños...

Hoy estoy feliz.

¡Ganamos el clásico! Si, si, nos ayudó el arbitro... ¿Y QUE? jajajajajaja además, diganle al juez de línea que fué el que marcó el fuera de lugar. El otro si fué falta. A mi que no me vengan.

Pero eso no lo es todo. Lo que sucedió antes, durante y después de ese juego, cambiaron mi estado de ánimo de aquí a la luna.

El detonador de todo, fué un sueño. Uno de los más bonitos que he tenido en mucho tiempo, y el cual no estuvo protagonizado por el actor principal de mis delirios nocturnos por los últimos dos años.

El contenido de dicho sueño me lo reservo, no sea que piensen que en realidad estoy trastornada y me manden a un psiquiatrico, cosa que, pensandolo bien, no me vendría mal. Fué un sueño divertidísimo, en el que tuve reacciones muy propias de mi, lo cual lo hace aún más divertido. Con persecuciones, con mentiras, con risas, pero sobre todo, con un final feliz.

Unos ojos que me miraron y me derritieron. Un hombre que si bien no dijo mucho durante todo el sueño, al final dijo las palabras que el anterior protagonista de mis sueños jamás pronunció.

Si bien éste sueño no produjo el mismo efecto (gracias al cielo) de la primera vez que soñé con ese hombre que ha regido mis pensamientos por tanto tiempo, me dejó dos cosas importantes. En primera, es la primera vez que tengo un sueño de esos vívidos, reales y completos, en el que no se encuentra ese hombre fantasma que aún vive en mi realidad alterna. En segunda, me muestra que esas palabras que se pronunciaron al final son muy importantes. Que aún y cuando viviera sólo en mi fantasía, ese hombre nunca fué mio, siempre perteneciendo a alguien más.

Finalmente, me doy cuenta que siempre habrán otros ojos por los que me derretiré y sólo necesito un par de distracciones para olvidar esos ojos por los que muero...

Después de éste sueño revelador, vino una adicción a los mensajitos que no había tenido nunca, una dedicatoria muy especial y una sonrisa en los labios al prender el televisor justo en el momento en el que cae un gol que nos regresó el alma al cuerpo.

La sonrisa se prolongó al ver a mi mejor amigo, quién se quedó dormido en el camino a comprar el líquido vital de los fines de semana, y terminó con una plática donde recordé lo que han sido éstos últimos dos años, en donde he crecido más de lo que yo me imaginaba. Dos pruebas superadas y una conclusión de clavos fué el saldo de dicha plática.

Todo empezó con un sueño, y ahora que se abre un nuevo capítulo en mi vida, vuelve a comenzar con un sueño. El primer paso para olvidar es querer hacerlo, es entender que aún y cuando no puedas anular tu corazón, tu mente puede darte esas distracciones necesarias para poder mirar hacia otro lado. Por eso es que hoy me refugio en una canción, que al escucharla después de todo lo sucedido en ésta semana, ya no me parece tan triste, si no esperanzadora.

Hoy siento frio
Por lo largo de estos dias
Por lo ancho del camino
Que he perdido y que no se
Por las horas que no he visto
Por tu ausencia y por la mia
Por la lluvia de este octubre
Por el frio que le cobija entre los suspiros
que el viento se ha llevado con mi fe

Tu distancia es el naufragio
Que abatio sobre mi vida
Las auroras mas cansadas las mas tristes despedidas
Las noches mas solitarias de que tuviera razón
Y aunque clamo a la cordura a que me libre de estas ansias
Soy victima del impulso de mi propio corazón

Hay si te contara yo de penas y razones
Por las que de lejanías se han cargado mis canciones
Pero que lo cuente el tiempo porque hoy te hago esta promesa amor
Voy a olvidarte con todas sus consecuencias
Y a librar este pasado que no dejo de arrastrar

Voy a olvidarme tu nombre
Aunque sea lo ultimo que haga
Aunque sea la última cosa que me esconda lontanaza
Y ojalá que en mi camino no me abrume la añoranza
porque aunque muera de pena voy a olvidarme de ti

Y que me atrape la noche y que me lleven las tormentas
Si le vuelvo a dar motivo al sentido que te recuerda
Te repite y te repite y vuelve a hacer pronunciación
De ese tu nombre, de luz que ardía en la habitación
Como me amabas como me necesitabas como fue que se fue todo
De repente una mañana desperté lejos de ti de todo lo que fuera yo

Voy a olvidar cada noche andada al filo de tu calle
A la luz de esos faroles que jamás debieron ser
La luz que guiara mis pasos al compás de los recuerdos
Que me enardecen la sangre y hacen entre fiebre y vuelos
Un fuego en el que arde mi alma cuando sueña con tu piel
Si un dia te dije que a mis manos no se olvida la caricia de tus manos
Tu mirada encendida, voy a olvidarte de veras
Hoy olvida que te olvida, voy a derrumbar mis sueños a diseminar las ruinas
A liberarte y dejar que nada haya en tu lugar
Porque si asi no lo hiciera si comienzo a recordar
con la luz de tu milagro no podria volver a amar

viernes, 7 de marzo de 2008

Tablitas de Salvación

Pues que nos vamos a Tampico. Lo que se supone que sería un viaje de cuatro personas, en un auto, ida por venida, se transformó en una experiencia que, si bien me dejó la piel bastante sensible, ha sido uno de los mejores viajes que he tenido.

Empezó en Monterrey, llegando a eso de las 9 de la noche, en la Central de Autobuses donde fué por mi mi mayor cómplice de aventuras. Visitamos a un buen amigo que tenía mucho de no ver. Salimos de su casa y mi primer pensamiento fué: Misión Cumplida. Volví a sonreir. Si bien en el corazón no se manda, se le agradece cuando deja de hacerte ver como una idiota, siendo por primera vez en mucho tiempo dueña total y absoluta de mis sentimientos y acciones, al menos para con esa persona.

Después a casa de el Urón, personaje incansable, hablador insaciable y actor de reparto en mis borracheras más divertidas. Un hombre para el que el fútbol lo es todo y con quien se puede compartir esa pasión que nos inunda cada sábado en la tarde. "Vámonos que mañana me tengo que levantar temprano", y sabía que con Sylvia la plática no se acaba hasta dos horas después de habernos acostado.

El plan original era irnos a las 11 de la mañana en el carro de Alex, él, Danny, Sussy y yo, ir al evento en Tampico, y regresarnos después de cenar. Alex lo canceló todo por motivos laborales el lunes en la mañana. Sussy tuvo algunos problemas de los que no se pudo zafar y quedamos Daniel Martínez (a quién no conocía más que por el MSN) y yo. Decidimos irnos en autobus. Así que por eso terminamos Sylvia y yo recogiéndolo en un Gigante en Santo Domingo a las 8 de la madrugada. Era temprano y salíamos a las 10 así que fuimos a unos tacos. Subimos al camión poco antes de las 10 y se sentó justo atrás de mí. Dormimos la mayor parte del tiempo hasta llegar a Cd. Victoria donde algo me decía que me tenía que quedar. Ignoré ese sentimiento y sólo bajé a fumar. Dejé a Fátima con Danny en garantía de que volvería. Subí al autobus con un café en mano y mis ansias de fumar saciadas.

Llegamos a Tampico. Después de una confusión telefónica, subimos a un taxi y nos dirigimos al Casino Tampiqueño. Después de 15 minutos de conversación un tanto extraña con el taxista (en donde los lagartos van a la cárcel) llegamos a el lugar donde nuestro jefe y amigo Víctor daría la presentación de nuestra empresa en los medios.

Una experiencia única, que me dejó conocer mejor a ese extraño con el que pasé siete horas en un autobús sin pronunciar más que un par de palabras, donde me llené de orgullo al ver al enano con el que toda la vida me había peleado realizar un sueño, donde conocimos a algunos de los hombres del fútbol de Tampico y en donde me sentí parte de algo grande. Creo que Víctor estaba feliz de que al menos su "joyita" y yo hayamos podido hacer el viaje.

De ahí la cena (deliciosa) y la excelente plática con Vic, Key, Danny y el ex suegro de mi hermana. Me sentía no sólo parte de éste proyecto, si no orgullosa de pertenecer a él. Fuimos a casa de Víctor y de ahí a un cybercafé a ver como bailaban a mi pobre acompañante regiomontano en el FIFA quién no me cumplio el capricho de que Marino anotara un gol. Después de todo el jueguito no está tan lejos de la realidad. De ahí una buena plática en la oscuridad que sólo se interrumpia (la oscuridad más no la plática) al recibir Danny uno de los 40 mensajes de esa noche.

A las nueve de la madrugada entraron a despertarnos. Era hora de descubrir Tampico. Playa, arena, chucherías y buenas fotos fueron nuestra primer parada. De ahí al centro de Tampico donde por problemas técnicos nos tuvimos que ir, sólo para regresar Daniel y yo a descubrir viejitos en escaleras, edificios preciosos, plazas completamente verdes, ardillas amantes de la cámara y un sol que se hizo presente en mi piel.

Después de una hora fuimos a la Central de Autobuses donde compramos nuestros boletos y salimos a comer. El viaje de regreso empezó con buena música. Terminó con Daniel sin poder abrir la puerta del baño y Alicia hablando como borracha, víctima de el sueño que, aún habiendo dormido el 90% del viaje, todavía hacía presencia.

El Urón y Sylvia nos fueron a buscar a la central donde, mientras los esperábamos, Daniel me contó sus aventuras con el señor de al lado, a quien inocentemente le dió su teléfono, y se convirtió en asesino de una cucaracha.

De ahí, tacos y podcast. Pláticas nocturnas, indios y mucho clásico.

El jueves, la Raza, buena plática donde Daniel amenazó con entrar al vestidor local, con un niño de 12 años que nos conquistó a Sylvia y a mi y una rica cena en Vip's, donde descubrí que Daniel era mi hijo perdido al que di en adopción cuando tenía 7 años.

Mi viaje terminó con muchas lágrimas en un autobus en la carretera Saltillo-Torreón. Y es que en algún momento me tenían que alcanzar.

La ironía es que tuve que ir al mar para esquivar una ola que no haber estado en Tampico, me hubiese tratado de ahogar, como lo han hecho tantas antes de esa. En cambio aprendí a surfear. Me aferré a personas que se convirtieron en mi tablita de salvación y me llevaron sana y salva a la orilla. Si, empapada, pero viva, llena de recuerdos, de nuevos amigos, de quemaduras en la piel y una sonrisa en los labios.

Es hora de decir adiós. Es hora de aceptar las señales que da la vida. Como escribó ayer mi amigo Daniel, las casualidades no existen. Quizás cada kilómetro que me alejo será lo que ponga esa ilusión frente a mí cuando esté lista para volar, para acortar distancias. Hoy, hoy solo me queda decir adiós y dar la espalda a esas situaciones que no me dejan de arrancar lágrimas, para enfrentar el hecho de que hay tantas cosas que me regalan sonrisas. Es hora de aprender a coexistir con una vida llena de sorpresas, de gente hermosa que no tenía porque conocer, y las conosco. A los que conocí cuando mi vida era otra, a los que han estado a través de mi largo recorrido cuesta arriba y a los que acaban de llegar pero que parece que me conocen más de lo que me conosco yo.

Es hora de secarme los ojos y esquivar olas con esa tablita de salvación que me ayudan a llegar a la orilla.