jueves, 27 de marzo de 2008

Objetos Inerertes con vida.

Que semanita de miércoles.

Empezó el jueves por la noche me parece. Terminó con una de las peores tragedias que me han sucedido en lo últimos tiempos y que por fortuna tuvo arreglo.

Hagamos un resumen:

En primera, no, no se arregló el tema de mi último posteo. Todo quedó en una llamada telefónica en la que me dijeron, "No puedo hablar de eso ahora. Te dí la oportunidad y decidiste mandarme al diablo. Bla Bla Bla. No, no me estoy vengando, simplemente no puedo hablar de eso ahora. Bla bla bla. Además, prefiero hacerlo en persona, odio hablar a través de un aparato. Cuando volvás hablamos. Bla bla bla. Además, pensalo bien, que no estoy para jueguitos. Aclará tus ideas, porque yo no estoy para hacer el papel de amigo, esa oportunidad también te la dí y para variar me mandaste al diablo." Click. No puedo decir que no me lo tengo bien merecido. Desencuentro. La realidad es que sólo quería hablar, pero él está un paso adelante de mí y si yo no estoy en el mismo meridiano que él, ni para que moverle.

Fin de semana sin alcohol, sin Carlos, sin buen fútbol y con muchas noches de insomnio.

Sí, regresó el insomnio. Regresaron las noches de estar despierta dos horas, dando vueltas en la cama, recordándo cosas que yo juraba jamás sucedieron. Estuve a punto de comprar un boleto de autobus que me llevara a demostrarme a mí misma que me sigue doliendo ver ese rostro.

Eso es lo que no me queda muy claro, si me duele recordarlo, si me duele verlo, ¿es porque me va a doler estar con él? Supongo que sí, no sé. Soy propensa a cometer estupideces cuando no he dormido así que le entregué mi dinero a mi mamá y le dije que por ningún motivo me lo diera a menos que fuera para ir a Monterrey.

Esa playera con el 10, eso es lo que más me duele. Me voy a tatuar una, porque se lo debo a él, a los que ya no están y a mí misma. Quiero que jamás vuelva a olvidarme de esa playera con el 10, porque representa todo lo que pudo ser, y ya no es.

En fin, demasiada divagación. Llegó el Lunes. Alicia había cambiado su oficina (hacía demasiado viento en el patio trasero de mi casa) a la cochera (donde el viento no corre con tanta intensidad, además tenía frío). La única conexión que hay en la cochera está en el techo, donde está la caja que opera la cochera eléctrica. Alicia toma una extensión, se sube en una silla y conecta su computadora, quién se llama Fátima.

Mi madre me dice que va a salir, y en ese instante se me antoja un café. Entro a la cocina para preparar lo que se ha convertido en mi adicción # 34.

Mi madre (a quién odié por un día y medio) no se dió cuenta que el cable de la extensión estaba justo detrás del espejo retrovisor del carro.

Metí la taza con agua al micro (eso de hervir el agua es demasiado tardado), y escucho CRASH. No le dí importancia por medio segundo, hasta que pensé "¡Fátima!".

En efecto, al dar reversa, jaló el cable y por consiguiente mi computadora cayó de una altura de poco más de medio metro, altura necesaria para que se rompiera el monitor.

Tomo a mi bebé en mis brazos, miro a mi madre con odio profundo, y la enciendo de nuevo. Mi mamá, se asoma para preguntarme, "¿Se cayó?". Quise contestarle, "Nó, se teletransportó al suelo." Pero las palabras no salieron al ver el revoltijo de colores en la pantalla de mi querida niña.

No les puedo describir la desesperación y angustia que sentí en ese momento. Me propuse no llorar porque sabía que tenía cosas más importantes que hacer, como llevar a mi niña al doctor. tomé las llaves, a Fátima y subi a la camioneta lanzándome a ver a Jose Luis, quién es el encargado de nuestras compus.

Sabía que éste podía ser el fin ya que, seamos sinceros, soy pobre y si costaba mucho arreglarla no lo podría hacer. Además que no es una lap nueva y en la mayoría de los casos, sale más barato comprar una nueva.

Llego a el cybercafé/hospital de compus que está en la esquina de Presidente Carranza y Fco. I. Madero y me dan la terrible noticia. Sí, se rompió la pantalla. Utilicé todas las fuerzas que tenía para no llorar porque José Luis pensaría que estaba yo loca. Me dijo que al día siguiente averiguaría cuánto saldría la pantalla y me llamaba.

Subí a la camioneta y empecé a llorar desconsoladamente. Como pude llegué a mi casa y me puse a ver la tele, actividad que casi nunca hago por estar pegada con Fátima todo el día. Me sentía sóla, perdida. Le llamé a mi hijo porque necesitaba prepararme para las malas noticias que recibiría en la mañana. Mi mamá, apenada, no hizo más que gritar que no fué su culpa. Mi hermana, con argumentos bastante malos, le gritaba que sí era su culpa. Yo sólo pensaba, "Mi Fátima, mi Fátima está en coma."

Mi papá sólo dijo, "Esa computadora no debería de estar en la cochera". ¬¬ Si el señor no saca su lap a pasear no es mi culpa. La mía ama estar al aire libre, además después me reclaman que paso demasiado tiempo encerrada en mi cuarto. Al menos afuera me da el sol.

El caso es que me desperté a las 9 y media al día siguiente, después de otra noche de insomnio, para dar una clase de inglés a las 10. Poco antes que llegara el niño, muchachito insoportable que no le interesa concentrarse en una clase de una hora, llama Jose Luis y me dice que costaría 6500 arreglarla. Otra vez las lágrimas. Mi lap había muerto. Para la hora de la comida ya hablábamos con mi mamá sobre cuánto costaría comprar una lap usada, pero yo no quería otra, yo quería a mi hija, a mi niña, a mi bebé que había pasado conmigo casi las 24 hrs. del día desde hacía 3 meses. A eso de las 2 y media llama José Luis y me dice que encontró una pantalla usada por 2000 pesos.

Mi papá accede a pagarlos (obviamente después le dijo a mi mamá que me cobraría cada centavo) y me regresa el alma al cuerpo. Tendría a mi Fátima otra vez, podría ir a Monterrey, con ella por supuesto. Mi bebé no había muerto.

Y sonreí, realmente sonreí después de muchos días donde no era más que un fantasma merodeando por mi casa (y por la cochera).

No sabía cuánto amaba a éste objeto electrónico que tiene varias secuelas después de su accidente.

No será perfecta, pero es mía, y la quiero. Es mi compu, es mi compañera, es mi manera de liberar todo lo que se acumula dentro, es mi Fátima.

2 comentarios:

Solid Neos dijo...

Ayyyyyyyyy, madre, tú pretendes hacerme llorar con cada uno de tus posts o qué?
No manches... ni yo le hablo tan bonito a mi nena, me has conmovido, me has tocado el corazón
Eso, eso!!!, así se debe tratar a un corazonsito x86 con windows xp y muchas lagrimas y escritos... que honor me da tener una madre como tú, snif :)

Pues... que bueno que Fatima no murió, y aunque a mi me parece exagerada la cifra inicial, creo que las cosas salieron bien después de todo.

Por lo demás, te mereces un abrazo y un besote.

Have i told you lately that i love you?

Saludos Ma, ya la quiero ver tumorrooooo

Anónimo dijo...

No sabía que habías tenido esa tragedia.
ANIMO.. ya ves que todo salió bien al final? hasta te veniste a Mty.
saludos...