martes, 18 de marzo de 2008

Inspiración...

Los escritores pertenecemos a una raza extraña. En un mundo donde la palabra hablada gobierna, nosotros nos expresamos a través de nuestros dedos, dejando la boca cerrada y permitiendo que nuestras manos les digan a los demás lo que vive en nuestros corazones y nuestra mente.

Si, el escribir es una necesidad casi física, donde las teclas de una computadora, el lápiz y el papel se convierten en una extensión de nuestro propio cuerpo que anhela sacar esos pensamientos amontonados en un cerebro que trabaja horas extras.

Muchos de nosotros somos personas tímidas, que nos trabamos al hablar y acumulamos frustración por que la sociedad nos obliga a comunicarnos con la lengua, abriendo la boca y emitiendo sonidos que suenan tan diferentes cuando formamos palabras con nuestros labios a cuando los vemos plasmados en un papel.

Y así como necesitamos subsistir y darle descanso a nuestra mente al volcar todo lo que se acumula en nuestro cerebro sobre en letras sin sonidos, también necesitamos alimento para poder seguir produciendo esos pensamientos y sentimientos que tanto anhelan salir de nosotros.

Leer. Eso es lo que nos alimenta, lo que nos dá ese sustento casi físico para poder seguir teniendo las fuerzas que nos dejen continuar moviendo nuestros dedos para, letra por letra, ver plasmadas nuestras propias quimeras sobre un monitor, o una hoja de papel.

Hay tantas cosas en éste mundo que me inspiran. Una buena película, un comercial con niños discapacitados, una lección de vida por parte de algún buen amigo, una historia romántica, un campeonato de fútbol. En fin, mi corazón va por la vida abierto de par en par, dispuesto a recibir esas descargas eléctricas que te llegan a veces, de las cosas y personas más inesperadas, y que te producen esa sensación de sobrecarga emocional, donde no sabes si vas a llorar, o vas a reir, o simplemente a explotar de tantos sentimientos que estás experimentando en un mismo segundo.

A ésto, yo le llamo inspiración. Porque después de haber experimentado todo ese huracán de emociones, que llega a su fin en algún momento, lejos de dejarte vacío, deja tu corazón y tu mente sensible a cosas que jamás has visto, devorando la belleza y la simplicidad de lo que te rodea, que al mismo tiempo es tan complejo, que de la única manera en la que puedes darle lógica a todo lo que estás sintiendo, es escribiéndolo.

Hoy la inspiración me llegó de donde jamás creí que lo haría: De un comentarista de TV Azteca. Creo que he escrito varias veces (y si no lo han leído, el que me conozca sabe que no tengo reparos en hablar de ellos) lo mucho que me disgustan los periodistas deportivos de ésta televisora. Los evito, porque siempre que, mas a fuerzas que de ganas, tengo que ver un partido narrado por ellos, termino con el estómago en un nudo, sin tener como sacar tanto coraje y con ganas de golpear a alguien.

En lo que va de la temporada, sólo he visto el prograna "Deportv" una sóla vez, justo después del tan mencionado homenaje a Don Chava Reyes. Me causó bastante disgusto oír a André Marín, Luis García, Francisco Gabriel de Anda y otro comentarista del cual no recuerdo el nombre, hablar pestes de éste homenaje. Había una persona sentada en la mesa que era la única que no estaba de acuerdo con ellos, y no tenía empacho en decírselos, llevándose, a mi manera de ver, insultos por parte de los otros panelistas. Su nombre: Antonio Rosique.

Desde ese día me llamó la atención su manera de hablar y las bases con las que sostenía lo que decía, pero, si les he de ser sincera, deseché la afinidad que sentía por sus palabras por el simple hecho de que asumí que debía ser el títere al que todos atacaban ya que David Faitelson ya no estaba en el programa. Supuse que era sólo un papel que estaba desarrollando para seguir una línea que se les marca.

Sí, no suelo ser prejuiciosa, pero admito también que ví que tenía una columna en MedioTiempo.com y también opté por no leerla, por el hecho de pertenecer a TV Azteca.

Hoy no tienen idea como me arrepiento. He pasado las últimas dos horas leyendo su columna, completamente fuera de mi propia realidad e inmersa en la suya, que está tan llena de magia y fantasía como la mía. Su manera de sentir, de vivir el deporte no es sólo digno de mi admiración, si no también de envidia y me ha llenado de una fuerza extraña que me hace prometerme a mi misma que algún día viviré y sentiré algo parecido.

Son pocas las veces que, de únicamente leer lo que escribe una persona, no sólo te inspira si no que te deja deseando más, queriendo poder entender lo que piensa, sentir lo que siente, conocer lo que conoce y después, te transmita por sus propias manos, todo eso una vez más, para que lo puedas LEER y alimentarte de él.

Maldigo una y mil veces mis prejuicios que no me dejaron alimentarme de ésta persona antes, pero bendigo a las personas que, a diferencia de mí, no se dejaron llevar por una imágen errónea y me compartieron ésta columna que, sin duda, me inundó de fuerza y seguridad de que la carrera que escogí, es la mejor para mí.

Buscando Magia- Por Antonio Rosique

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