Apagando la luz.

Pues el principito volvió. Renovado y con más cursilerías bajo la manga. Extasiado por el triunfo de su equipo el domingo, con una sonrisa de esas que conozco muy bien, pero rara vez me regala mi equipo.

¡Ah el descenso! Te cambia la perspectiva bien y bonito.

Después de contarme sus peripecias en el estadio Cuauhtemoc y de tenerme casi al borde de un ataque de risa, me mira y me dice: "Estás rara, ¿qué te pasa?".

Si, el principito valiente, que tiene poco menos de tres semanas de conocerme, me dejó sorprendida. Y me desarmó. Maldito principito feliz, no me simpatizas.

Entonces no tuve más remedio que contarle. Necesitaba decirle a alguien, a un rostro y no a un monitor, que es lo que está pasando. Su reacción me dejó más sorprendida que antes. Enseguida tomó la posición de marido preocupado e hizo todo lo que le pedí que no hiciera.

El resultado: Gemelos que me antojan chocolate y una amenaza de que si hacen que se me antoje el helado los aborto a la fregada. Sus nombres tentativos: Mariano y Nicolás. Y para rematar, un padre menopáusico.

La versión oficial: Adoptaremos un niño de África cual Angelina Jolie y el se meterá un pase pa andar igual cuando me de fiebre y delire.

La neta, es un dulce de leche el monito este. Cuando le cierro la puerta, entra por una ventana. Como dice la canción, estoy intentando apagar la luz que nace, pero no me deja alcanzar el switch.

A lo mejor Dios sí me quiere y me mandó un angelito. Quien sabe...

Después el señorito me volvió a meter en su mundito color de rosa, pero esta vez no me importó, porque me tenía tomada de la mano, y jamás desvió su mirada de la mia, y no me dejó ver toda la porquería que había a nuestro alrededor. Y me sentí bien. Con este niño tengo que cambiar las reglas. Lástima que no puede funcionar. Hubiese sido bonito.

Aún así, lo que hizo por mí el día de hoy, no lo voy a olvidar nunca. Lástima, principito azul, esta chica no puede ser tu princesa, aunque te quiera de aqui a la luna.