Sonrisas

Hoy tenía ganas de escribir algo sobre Dios, ya que he estado pensando y hablando mucho sobre este tema, pero mi bebé me puso a pensar en algo mucho más agradable, es éste momento, para mí.

Ya hablé sobre el cómo oculto las lágrimas. Pero si hay algo que no oculto, es sonreír. Me gusta ser feliz. Me gusta tener ataques de risa, aunque después me quede afónica. Son incontables las noches y los días que paso frente a la computadora riendo, porque lamentablemente, después de cinco años de ausencia, son pocas las personas en mi "natal" Torreón que pueden hacerme sonreír, o que están físicamente presentes para hacerlo.

Y no sólo es el hecho de que tu sonrías. El ver la sonrisa de otra persona, el extrañarla, el hacer todo lo posible por que florezca en sus labios, es algo que valoro muchísimo.

Entonces, me puse a pensar, ¿no? (Sé que no se me dá mucho, pero el intento se le hace). Yo quiero que alguien extrañe mi sonrisa, quiero alguien con quien pueda reir hasta que nos salgan lágrimas, quiero alguien con quien tener esa sonrisa de complicidad, tener esas cosas que sólo a nosotros nos hacen sonreír porque sabemos cual es la gracia.

Y lo tengo. Honestamente, no me puedo quejar al respecto. Por eso este post va dedicado a las personas que me han hecho sonreír últimamente.

A Sylvia, todo nuestro chisme, anecdotas y aventuras. Las fiestas, la música, las noches en la esquina, los cafés, los antros, las noches de pláticas interminables y recuerdos que nos hacen volver a vivirlos cada vez que los sacamos del baúl. ¿Cuántas sonrisas hemos compartido? Ni idea, pero mira, ya va para tres años y seguimos sonriendo.

A Ali, por las noches en el Vip's y en el Cuartel, cada película que hemos ido a ver, las mañanas en la prepa donde vivíamos nuestra pequeña novela de romances y amistades, cada día en tu casa, por esa noche en donde me viniste a sacar de mi casa cuando estaba totalmente ida y te dedicaste, en complicidad con Jairo, a hacerme sonreír, por no entenderme, si no quererme, por esos dos meses en Houston con la ruta, por la noche en la playa con Mauricio, con las empanadas y Metropoli. Hemos estado sonriendo por ocho años, y seguiremos sonriendo juntas.

A Carlos, no tengo palabras para tí, solo te quiero decir que tu sonrisa, la genuina y la sarcástica sangrona, la amo más de lo que te imaginas. Eres mi amigo, mi hermano, mi complice y mi mayor crítico. Ya son siete años y quiero que sonrias junto a mí toda la vida.

A mis amigos cibernéticos, esos que están todo el día conmigo, a Luis, porque mientras más te conozco, más te quiero conocer. Me haces reir, a veces de desesperación, sí, pero cuando dices algo lindo, sé que lo dices de corazón y eso, no tiene precio. A Antonio, porque río cada vez que no me puedes ganar en mis pronos, cada vez que me quieres hacer enojar, que parece ser tu meta en la vida, y sonrío cuando te preocupas por mí. Ah, y ese emoticon que tienes para la risa, toda la vida me hace sonreír. A César, porque esas pláticas de Walter, ecuerar Cuberos, y las cantadas, no tienen precio y me han arrancado más risas de las que puedo contar.

A miji, que siempre me dice que me ama, pero me cambia por todos, que quiere matar a su tía para quedarse con su herencia y que siempre llega tarde. Esas pocas ocasiones que hemos estado juntos, me arrancan una sonrisa cada vez que las recuerdo y sonrío sólo por que tú lo haces.

A Pedro y a Gerardo, que cada vez que me dicen EMO me hacen reír.

A Andrea, que cada vez que sonríe es como si un pedacito de sol se hubiera metido a la casa. Eres el mayor milagro que me ha tocado ver y sonríes junto a mí todos los días.

A la María. ¡Ah como me haces reir por pendejita! Pero bueno, ¿que haríamos sin ti hermanita?

A mi Mami, que tenemos la hermosa capacidad de reírnos la una de la otra, de compartir sonrisas cómplices, que se ríe de mis chistes todo el tiempo. Tu eres yo y yo soy tuya.

And last but not least. Al Negri, porque fuiste capaz de hacerme sonreír en un momento en el que no lo pensé capaz, porque cada vez que oigo tu voz puedo oír también tu sonrisa y porque cada día me convenzo más de que con un poco de esfuerzo, podremos compartir no sólo llamadas telefónicas y sonrisas, si no un pedazo de nuestras vidas. Lo importante no es lo que me has hecho sonreír, si no las sonrisas que aún estás dispuesto a darme. Te quiero.

Sonreír... es hermoso... y estoy sonriendo en este momento.